domingo, 19 de junio de 2016

¡Gracias, papá!



Cargo en el alma un amor grande, sublime… y me ha bastado solo un minuto de reflexión para convertirlo en algo especial y compartirlo contigo. Sí, sesenta segundos suelen ser suficientes para pensar y volver a pensar en estas líneas que Calle Siete quiere dedicar a Orlando Blanco, vecino de Manolo, amigo de Micaela y centinela de mis sueños.
Papá, ¿te he mencionado lo agradecida que estoy de ti? Gracias por haberme dado la vida. Tú me quieres tal como soy, en las noches de insomnio, las frustraciones, los pasos inseguros, las lágrimas que enjugas como tu propio dolor y siempre, siempre, siempre, encuentro las palabras de consuelo, el camino que me lleva a tus brazos  para descansar de mis temores y sobre la frente, el cariño del beso paternal.
Diferencias generacionales aparte, lo cierto es que te quiero hoy que hace calor y ayer que llovía, también por el trabajo de día y de noche, quizá para ahuyentar las escaseces; el valor y el coraje  con el que afrontas la vida en favor de la familia; empero, lo que más aprecio es ver cómo cuidas a mi madre sin preocuparte de que tus piernas ya no quieren responder, como cuando eras joven y no pesaban los casi 82 años de edad que  acompañan tu andar.
En el silencio de los ojos que callan la verdad de mi padre, puedo escuchar una verdad contenida con ganas de gritar. Él, a veces, no necesita palabras, no necesita su voz, sino su mirada que habla de serenatas, de caminar bajo la lluvia, de andar descalzos por las arterias de Bayamo, que es decir Cuba, de antes y de ahora mismo… porque el amor nos hace felices.
Contigo crecí cuidada y amada. ¡Gracias, papá!